“Aquí
viene el sol”
Temas:
la locura, el sueño, recuerdos, paranoia.
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"Here
comes the sun" escuché, "here comes the sun" como un eco y luego
como un molesto zumbido, era la alarma de mi celular. Adormilado noté el
pequeño bulto que yacía enredado entre las sabanas, que se quejaba con
cada sonido que salía de mi boca, y eso me hacía gracia, como siempre.
-Buenos días peque- y acaricie su rubia cabeza. Ella
no se levantó, "como si eso fuera posible".
El
amor de mi vida era la mujer mas hermosa del mundo, pero parece que la mujer de
mi vida no estaba dispuesta a dejar que viera su hermoso rostro antes de irme a
trabajar.
Decidí desechar
el intento de despertarla, al fin y al cabo era yo el que debía irse
temprano.
Dejé
todo en su sitio, con sumo cuidado como a ella le gustaba.
Abajo,
un aroma ya familiar osó invadirme como todos los días, la casa siempre olía a
él; la manía de mi amor por
levantarse todos los días a las 4 de la mañana a preparar café aún no había
abandonado su mente- ¿Como es posible que duerma tomando café?- de nuevo me ha
hecho reír.
Estaba
a punto de abrir la puerta para partir, cuando algo llamo mi atención como
todos los días era ya una costumbre encontrarme, cerca de la ventana
junto al piano, esa enorme caja de cartón, esperaba que ella ya hubiera
desempacado sus ultimas cosas, pero seguía ahí, como una
pequeña molestia que no me dejaba estar en paz.
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"Una
buena rutina de trabajo siempre va acompañada de una fría y buena cerveza",
Aurora y Tomás, ya esperaban en la mesa de siempre, Tomás era un pillo de barba
y gafas redondas que se encargaba de darnos los pormenores del día, era
bastante chismoso y bribón, y por ello nunca teníamos con él un día aburrido;
Aurora...Aurora, era nuestra salvadora, tenia la rara cualidad de la sinceridad,
pero nada mas que verdad podía surgir de sus palabras, por ello muchas veces
solía estar sola, pero "era mejor eso a estar rodeada de personas falsas
y estúpidas" decía ella.
-
Hey, ¿donde esta ella? - La misma pregunta de siempre, se veía molesta al
dirigirse a mí cuando preguntaba por ella.
-
¡Es verdad! debí haberla llamado para que viniera, lo siento- ¿porque no
lo habré hecho?- La próxima vez lo haré, lo prometo-
Aurora ya estaba acostumbrada a esa respuesta, pero en mi cabeza nunca
recordaba que debía llamarla, ¿cuanto hace que la conocí?, supongo que es el
alcohol actuando en mi cerebro.
Miré
mi reloj y me despedí apenado.
Era
algo tarde para estar en la calle y con tanto frío, en mis pensamientos solo
estaba el llegar a casa y tomar una buena taza de café que seguro ya estaría
esperando por mí al igual que mi amor.
Parecía
que el frío se hacia mas intenso con cada paso que daba. Corrí,
no había más que obscuridad y frío, abrí la puerta
y encendí las luces, era mi casa pero no lo parecía, sentí un enorme
escalofrío cuando me percaté de que el olor a café ya no estaba. Me dirigí a la
ventana buscando desesperada mente algo, ahí junto al piano, la enorme
caja de cartón había desaparecido. En las escaleras, junto al pasillo, en
nuestra habitación, no había rastro de que el amor, de que mi vida,
hubiera estado alguna vez aquí.
Sentí un malestar en el estomago y la
cabeza, no coordinaba, lo recuerdo bien. Subí las escaleras, me dirigí al baño,
abrí el cajón en busca de alguna pastilla, si, ahí estaban, como
concienzudamente las había dejado por la mañana, como a ella le gustaba.
-¡Te
digo que no está! ¡No hay nada de ella, nada!
Aurora
y Tomás escuchaban atentos como mirando a un loco desmoronarse.
-¡¿Qué
estoy…que hice mal?!
Tomas
dejo su botella en la mesa- Tranquilo amigo, las mujeres son tercas y
olvidadizas, quizá esta metida en un problema grande y no pudo avisarte, quizá
solo esta molesta o quizá esta confundida, pero regresara cuando se le pase- la
confianza con que decía aquellas palabras
me hacia sentir mejor, si seguramente regresara o llamara al menos para
arreglar las cosas.
-Aurora
dejo su botella en la mesa.- No, algo esta mal- Aurora interrumpía nuestra paz.
-
Ella no existe- continuó.
Los
2 nos quedamos atónitos ante aquella aseveración.
-
- ¿Qué ella no existe? ¡Por dios Aurora que locura! –
Los
ojos de Aurora penetraban los mis, su voz se torno suave, como hablándole a un
niño.
-No
es una locura, el loco eres tú y no te has dado cuenta. Nadie desaparece de esa
manera, ¿Recuerdas algo más de ella?-
Tenía un punto, no había podido
presentársela a nadie, solo éramos ella y yo, ¿porque no recordaba mas de ella?,
donde trabajaba, de donde venía, cosas tan elementales pero que sobraban en
nuestra rutina diaria. Solo necesitaba su sonrisa. Si no estaba loco, estaba
sintiéndome como uno.
Anoche,
soñé contigo mi amor, estabas sentada junto a la ventana, con tu cabello rubio
cubriendo tu espalda desnuda, volteaste a verme, pero noté que un humo
envolvente y amargo te rodeaba, tenias un cigarro encendido entre tus dedos.
Podía sentir como llenaba la habitación y llegaba a nuestra cama, se metía
entre las sabanas y terminaba por quedarse conmigo, lo odié, eras tú pero no
eras tú.
Mis
ojos están cansados, no se cuanto tiempo ha pasado desde que te fuiste, la casa
me es desagradable, aromas ajenos la han invadido.
En
la casa, ya se han comenzado a meter las aves, de múltiples colores y tamaños,
todas ellas. Pareciera que supieran algo que yo no sé, pero su compañía hace
que sienta menos la soledad. Se arrinconan en el closet y en la cama, ahí junto
al piano, no he ido a trabajar por limpiar su suciedad, y son tan
irrespetuosas, un ayer incluso, se posó sobre mi hombro y me susurró algo casi
entendible, y te recordé y te extrañe tanto mi amor.
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Las
palabras de mi querida amiga se repetían en mi cabeza mil y mil veces al día,
Por fin hoy, me he levantado con mas energía, he decidido poner fin a mis dudas
y comprobar si soy un loco, porque no importa, sin tu presencia, me estoy
volviendo uno. Busque de arriba abajo en
toda la casa, destrocé paredes y pisos buscando algún indicio de que se equivocaba.
El cansancio había tirado de mí y caí rendido en la cama, mis ojos quedaron
fijados en algo, trataba de darle lógica a lo que estaba viendo, parecía que me
hubiera estado esperando ahí mucho tiempo, un largo cabello rubio yacía en la
funda de la almohada.
¡No
puedo explicar el enorme alivio que experimenté, casi como una alegría
desbordante, casi como si pudieras regresar esta noche!
Corrí
hasta la mesa de Aurora y Tomás, ambos estaban ahí como de costumbre, supongo
que mi actitud les provocaba extrañez, llevaba yo en la mano una pequeña bolsa
de plástico con tu cabello dentro.
-
¡Aurora! ¡Tomas! ¡No estoy loco!, ¡miren, miren! ¡Un cabello suyo!
Los
2 me miraron fijamente sorprendidos aun con sus tarros en la mano, cuando
repentinamente el suelo comenzó a temblar.
La
puerta del lugar se abrió y el sonido de unos tacones comenzó a hacer eco,
continuo temblando, mi corazón temblaba, una hermosa joven con cabello rubio se
acercaba hacia nosotros, no podía distinguir su rostro, pronto ya estaba delante de mi y su pútrido aroma
a cigarro. Invadió aun más mi espacio y susurró:
– ¿Nos veremos de nuevo esta noche?, me
sonrió.
Deje caer la pequeña bolsa de
plástico, un gran malestar provocaba que mis piernas no respondieran, una
tormenta de ideas había en mi cabeza, las aves empezaron a entrar y rodear a esa
mujer, que yo había dejado entrar a nuestra cama, en nuestra casa, en mi
cuerpo, no en mi mente, porque eras tú
pero no eras tú, esa mujer había destruido mi vida con sus palabras. Todo
empezó a desmoronarse. Tenía que salir de ahí, debía correr, debía buscarte, ¡debía
despertar!
Mi vida, perdóname, ya casi no puedo
recordar tu sonrisa…
Desperté,
la alarma de mi móvil había logrado hacerlo, me alegra que lo haya hecho. Aun
tenia la sensación de un mal sueño, lo recordaba. Cogí el teléfono enseguida,
marque el número de memoria, te necesitaba en la otra línea.
-¿Mi
amor? ¿Pasa algo?
Algunas
lágrimas tontas salieron de mis ojos, pero era tal el alivio que no me
molestaron en lo mas mínimo.
-Tuve
una pesadilla-
-¿Otra
vez? Tranquila, todo está bien, aquí estoy.
Solo
necesitaba eso.
Continuamos
hablando, y en la ventana observaba los primeros rayos del sol que ya
comenzaban a invadir los edificios. No me había sentido más feliz de verlos
porque en los sueños no son tan brillantes.
“Here
comes de sun” de nuevo se oía de nuevo en mi habitación.